La Verdad sobre la Unión Soviética: Logros Olvidados y el Mito del “Totalitarismo”
En el discurso occidental dominante, la Unión Soviética (URSS) se pinta como un régimen de terror absoluto, un “imperio del mal” donde millones perecieron en gulags y la economía colapsó por su propia ineficiencia. Esta narrativa, impulsada por la propaganda de la Guerra Fría, equipara el comunismo con el fascismo como “gemelos totalitarios”. Sin embargo, una mirada honesta a la historia revela una realidad diferente: la URSS fue un proyecto de liberación masiva que transformó un país atrasado y feudal en una superpotencia industrial, mejorando drásticamente la vida de cientos de millones de personas.
Inspirado en argumentos como los de Michael Parenti en Blackshirts and Reds, este artículo defiende que los logros soviéticos no fueron accidentales, sino el resultado de un sistema orientado al bienestar colectivo, a pesar de los desafíos internos y el asedio constante del capitalismo global. No negamos defectos —como la burocracia o represiones—, pero estos palidecen ante los avances sociales y la violencia estructural del capitalismo que la URSS desafió.
Antes de 1917, el Imperio Ruso era un país semifeudal: el 80% de la población eran campesinos analfabetos viviendo en pobreza extrema, con una esperanza de vida de apenas 30 años. La Revolución Bolchevique cambió eso radicalmente. En los Planes Quinquenales (1928-1941), la URSS pasó de ser un país agrario a la segunda economía mundial. La producción industrial creció un 500% entre 1928 y 1940. Se construyeron miles de fábricas, presas (como la de Dnieprostroi) y ciudades enteras. Esto no fue “milagro”, sino planificación central que priorizó el desarrollo sobre los beneficios privados.
El desempleo fue erradicado. Todo ciudadano tenía derecho a un trabajo garantizado, con salarios estables y vacaciones pagadas. En contraste con la Gran Depresión capitalista (1929-1939), donde millones en EE.UU. y Europa murieron de hambre, la URSS ofreció estabilidad. Estos logros ocurrieron bajo “socialismo bajo asedio”: invasiones extranjeras (1918-1921 por 14 países, incluyendo EE.UU. y Reino Unido), la Segunda Guerra Mundial (27 millones de soviéticos muertos defendiendo al mundo del nazismo) y embargos constantes.
La URSS priorizó al pueblo trabajador, no a las élites. De un 25% de alfabetización en 1917, se alcanzó el 100% en los años 50. Se crearon miles de escuelas, universidades y bibliotecas gratuitas. Mujeres y minorías étnicas accedieron masivamente: la URSS tuvo las primeras ingenieras y científicas del mundo en gran escala. La atención médica fue gratuita y universal. La esperanza de vida subió de 30 a 70 años entre 1917 y 1970. Se erradicaron enfermedades como el tifus y la malaria mediante campañas masivas. Durante la WWII, el sistema soviético salvó millones de vidas mientras Occidente racionaba recursos.
Las mujeres obtuvieron derechos plenos: voto, divorcio, aborto legal y guarderías estatales para trabajar. La URSS fue pionera en cuotas para minorías: judíos, ucranianos y asiáticos centrales ocuparon puestos altos, contrastando con el segregacionismo en EE.UU. Se proporcionaron apartamentos gratuitos o subsidiados para todos. El arte, el cine (Eisenstein) y la literatura florecieron accesibles al pueblo, no comercializados.
La URSS no fue aislacionista; fue baluarte contra el imperialismo. El Ejército Rojo derrotó al 80% de las fuerzas hitlerianas, liberando Europa del Este. Sin la URSS, el Holocausto habría sido peor. Ayudó a Cuba, Vietnam, Angola y Nicaragua contra intervenciones estadounidenses. Proporcionó educación gratuita a miles de africanos y asiáticos.
Sí, hubo burocracia ineficiente, escasez de bienes de consumo y represiones (como bajo Stalin). Pero las cifras de “millones muertos” en gulags son exageradas: archivos soviéticos muestran ~1-2 millones de prisioneros en total, mayormente criminales comunes, no disidentes políticos en masa. Estos problemas se agravaron por el asedio: guerras, sanciones y la necesidad de una economía de comando para sobrevivir. En comparación, el capitalismo ha causado hambrunas (India británica: 35 millones muertos), guerras imperiales (Vietnam: 3 millones) y crisis actuales (desigualdad global).
La disolución en 1991 no fue “liberación”, sino restauración capitalista violenta bajo Yeltsin (apoyado por Occidente). El PIB cayó 50%, surgió desempleo masivo, la esperanza de vida bajó a 57 años en los 90. Oligarcas robaron activos estatales; pobreza extrema afectó al 40% de la población. Mujeres perdieron guarderías; crimen y prostitución explotaron. De “socialismo con escasez” a “capitalismo sin futuro”.
La URSS demostró que un sistema orientado al pueblo puede lograr lo imposible: erradicar pobreza, analfabetismo y desigualdad en décadas. Sus logros —industrialización, educación, salud, antifascismo— benefician a la humanidad entera. El anticomunismo occidental no critica la “falta de democracia”, sino el desafío al dominio capitalista. En un mundo de crisis climáticas, desigualdad y guerras, el legado soviético nos enseña: la planificación colectiva funciona. No idealicemos, pero reconozcamos la verdad: la URSS hizo más bien por la humanidad que cualquier imperio capitalista.
¡Por una historia honesta y un por un mejor futuro!
(Fuentes recomendadas: Archivos soviéticos desclasificados, obras de Parenti, datos de la ONU sobre desarrollo humano pre y post-URSS).



Eres otro loco que admira el Socialismo trasnochado de la Unión Soviética.