Día 1. ¿Por qué existimos?
Descubre por qué hacerse la pregunta fundamental es el primer paso para dejar de vivir en automático y empezar a construir una vida con propósito.
“La vida no examinada no vale la pena ser vivida.”
— Sócrates
Todos los días te levantas, tomas café, abres el celular y dejas que la rutina marque el ritmo. Pero, ¿alguna vez te has detenido a preguntar, en serio: ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué existes? ¿Por qué existimos?
Esta no es una pregunta filosófica abstracta ni una curiosidad para noches de insomnio. Es el motor silencioso detrás de cada decisión, cada renuncia, cada impulso de seguir o rendirte.
El vacío que nadie quiere mirar
Vivimos rodeados de mensajes que nos empujan a hacer más, tener más, lograr más. Pero pocos se atreven a mirar de frente el vacío que hay cuando el “para qué” no está claro. Muchos evitan la pregunta por miedo a no encontrar respuesta, o peor, a descubrir que han vivido años sin buscarla.
El peligro de la vida automática
La vida automática —vivir en piloto automático— es cómoda, pero peligrosa. Te adormece. Un día despiertas y no sabes cómo llegaste ahí. O peor, ni siquiera te das cuenta de que estás dormido.
La filosofía no es una asignatura del colegio. Es el arte de hacerse buenas preguntas, y la pregunta del sentido es la más fundamental de todas. No tiene una sola respuesta válida. De hecho, probablemente cambiará a lo largo de tu vida. Lo importante es no dejar de buscarla.
¿Y si no existe una respuesta?
Está bien no tener todas las respuestas. De hecho, está bien vivir con la pregunta abierta. Lo que importa es vivir con intención: saber que cada cosa que haces, aunque sea pequeña, tiene un motivo, aunque sea provisional.
A veces el sentido se construye en el hacer, no en el pensar. La búsqueda misma es ya parte del sentido.
Preguntas para reflexionar hoy:
¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste “por qué estoy aquí”?
¿Vives por inercia o por elección?
Si tuvieras que escribir una sola línea que explique por qué existes, ¿qué pondrías?
Te invito a no dejar pasar el día sin sentarte 5 minutos en silencio y escribir lo que salga. No busques respuestas perfectas, solo honestas.
Mañana seguimos con:
El mito de la motivación: Por qué nunca llega cuando la necesita